Querido viajero, nos encontramos en el bello municipio de Iniesta, localidad del sureste conquense y perteneciente a la comarca de La Manchuela. Quizás alejada de los modelos quijotescos, de molinos y otros tópicos, pero donde las costumbres y tradiciones nos revelan que nos encontramos, sin duda, en una población de palpitante corazón manchego.
Se trata de una población de trazas y arquitectura tradicional, de gente de carácter campechano y acogedor, pero donde se respira el dinamismo y el carácter emprendedor, que les hace referentes en toda la comarca. Este dinamismo se manifiesta en su pujante desarrollo económico basado en todos los sectores aunque sobresale la agricultura por encima de todos: el cereal, el champiñón y por supuesto, y no podía ser de otra manera tratándose de tierra de vinos, el cultivo de la vid.
Ese carácter emprendedor es el que lleva a no quedarse en la producción del fruto, sino a dar un paso más allá, y buscar la transformación manufacturera de toda su riqueza. De ahí, la ya longeva Cooperativa Unión Campesina Iniestense (UCI), señera en la localidad y ejemplo pionero para nuevas industrias también dedicadas sector alimentario. La construcción y el transporte son también focos de empleo básico en el pueblo.
Crecimiento en economía, lo que lógicamente se manifiesta en crecimiento en población, nuevas gentes, nuevos acentos y nuevas culturas… Es el lujoso fruto del desarrollo.
Si vibrante es su presente y prometedor su futuro, no menos emocionante debío ser su pasado. Los vestigios hallados y los probablemente ocultos, nos hablan de su remoto origen, de antiguos moradores, de antiguos pueblos establecidos en sus límites y conocedores de las riquezas de sus tierras. Todos dejaron huella de su paso y todos han enriquecido el trazado urbano y la cultura de la población. Yacimientos como el de la Punta del Barrio Nuevo, de origen íbero, son ejemplos de ese remoto pasado. Pero sin duda, el legado castellano es el que más se deja sentir con sus edificios religiosos y casas señoriales.